Sin perder detalle despierta y vive, será una experiencia sensorial
Diciembre, en uno de los días más fríos de invierno en Portugal, cuna de
soñadores, descubridores y viajeros, donde el país es pequeño para el imponente
río Tejo y Douro que en el dan vida, voy en camino a la aventura, a bordo del
tren más rápido del transporte ferroviario portugués, el Alpha Pendular,
comodidad, rapidez y lujo lo describen, a 220km/h recorro y disfruto del
paisaje de Braga, Coimbra, Aveiro y otras subestaciones urbanas, una duración
de tres horas y media hasta llegar a mi destino, Oporto, que me abre sus
puertas a una experiencia inolvidable. Al llegar, me siento en la Plaza de la
Batalla, centro de la ciudad, aves que van y vienen, observo muchísimo tráfico
y está muy concurrida debido a la presencia de numerosas cafeterías con
terrazas, hoteles, oficinas, alguna discoteca y el cine Batalla.
Plaza de la Libertad |
Es una plaza bastante amplia y un lugar frío que a pesar de vestir
chaquetas, medias de lana, bufandas tejidas, largas botas, y uno que otro
suéter no me hacen fuerte a los 7° centígrados, los que me han hecho ir por un
café, delicioso aroma y calor de cafetería que calienta y reanima,
despertando aquellos recuerdos y anhelos de mi país, aquellas arepitas, el
clima cálido, la gente, las costumbres, la música, mi familia, mis perros, mis
amigos, la playa, el majestuoso parque El Ávila e incluso la caótica Caracas,
pero todo esto que a su vez se transforman en emociones y ganas de nuevas
experiencias, conocer otra cultura, nuevas personas, más aventura y otras
políticas.
De ahí partimos a un recorrido por el
lugar donde el aroma era muy puro, a vino tinto,
pues nos encontrábamos en la
gran reserva de vino Porto Ferreira, luego de esa novedosa visita guiada
degustamos unas copas de Tawny y light Tawny cortesía de la casa y continuamos
el paseo, sin duda alguna ha sido uno de los mejores fines de semana que he
vivido, una experiencia única e inolvidable, museos, casa de música de Oporto,
vista al mar en invierno en un paseo de barco por el río Douro y muchas
fotografías que son la memoria de cada instante y me sirven para revivir
aquellos días de aventura en días donde sólo queremos salir corriendo y tomar
un descanso a el día a día que puede llegar a ser tan intenso ante tantas
obligaciones;
En el tren de
vuelta a Lisboa y a 120km/h, tres horas de viaje me dieron comienzo a pensar en
todo lo vivido y lo que me ha dejado la visita a esa ciudad, personalmente
Oporto despierta y vive, perezosa y lenta pero real: arquitecturas impactantes,
puentes que nunca había tenido la oportunidad de ver, el brillo azul y blanco
de sus azulejos que se podían encontrar desde la estación de trenes hasta en
una casa de fachada, establecimientos intactos casi sacados de un cuento,
magníficas iglesias impresionantes por el oro que en ella podemos encontrar,
los mil colores de la Ribeira con el reflejo del sol que al atardecer se hace
imponente, la majestuosidad del Puente de Don Luiz y la estampa de las bodegas
alineadas en la orilla opuesta del río que parecen una fotografía de una
postal.
Oporto
te va secuestrando, poco a poco, y te dejas llevar: no existen las prisas, no
se mira el reloj, sólo se vive el momento, desviado por este misterioso agujero
en el continuo espacio y tiempo, esa Ciudad simplemente me atrapo, cautivo,
enamoro, expectativas que se volvieron realidades, en ella halle más de lo que
esperaba, sin duda alguna.
Oporto se alinea muy bien con cualquier personalidad, es una experiencia sensorial:
No es suficiente con verla y con oírla, se palpa, se huele y, por supuesto, se
saborea. Y el verdadero sabor de Oporto va más allá de sus mejores restaurantes
de pescado y del recuerdo denso y dulce de sus vinos, que permanece en nuestro
paladar mucho después de cada sorbo, el sabor de Oporto es, también, a temporal
como ella misma y sencillo como su gente, enamoradas, sacrificadas, modernas,
familiares, conservadoras, son algunas de las características que puedo
mencionar, son pocas palabras ante todo lo que podemos hallar.
Esta primera
publicación junta los recuerdos de esa
vivencia y el anhelo de revivirla, de querer regresar el tiempo, comparto con
ustedes el buen sabor de un viaje apasionante.
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